Crece el auge de compañeros digitales inteligentes que conversan, seducen y se adaptan a cada usuario, sin límites físicos ni tiempos.

Durante los primeros días de octubre se disparó el interés por plataformas que ofrecen “novias virtuales” generadas por inteligencia artificial (IA) como alternativa al contenido en vivo tradicional. Estos modelos conversacionales con voz, reacción y personalización prometen interacción íntima sin los riesgos ni la exposición del entretenimiento para adultos convencional.

Los desarrolladores destacan que estas IA pueden responder en tiempo real, ajustarse a preferencias emocionales y mantener “relaciones” continuas con usuarios. En muchos casos, estos sistemas utilizan avances en lenguaje natural, síntesis de voz y aprendizaje automático para dar una experiencia lo más humana posible.

La adopción va más allá del ocio erótico: algunas aplicaciones ya exploran funciones de bienestar emocional, compañía virtual y creación de rutinas personalizadas. Sin embargo, también surgen debates éticos: ¿hasta qué punto estas relaciones virtuales afectan las relaciones reales? ¿Qué límites debe poner la industria en cuanto a consentimiento, límites morales y dependencia psicológica?