La inteligencia artificial puede crear rostros, voces y escenarios… pero también puede arruinar vidas.
Michigan acaba de convertirse en uno de los primeros estados de EE.UU. en penalizar de forma explícita la creación y difusión de deepfakes con fines sexuales no consentidos.
Y esto no es menor: la mayoría de víctimas ni siquiera saben que su rostro fue usado en un video explícito generado por IA. A veces es una ex pareja buscando venganza. Otras, un desconocido alimentando una fantasía. En todos los casos: daño emocional, reputacional y profesional.
La nueva ley incluye multas, cárcel y la posibilidad de demandar por daños. Pero, sobre todo, abre la conversación sobre la ética del deseo digital. ¿Quién controla lo que es real? ¿Y qué pasa cuando lo irreal también duele?
En una industria donde los cuerpos reales generan millones, los cuerpos falsos ya están invadiendo el espacio.
Y mientras unos celebran la tecnología, otros exigen límites.
Porque una cosa es jugar con filtros.
Otra, es robar identidades.